TRABAJO EN EQUIPO PARA ALCANZAR LA CIMA DEL MONT BLANC
Hace apenas unos días hablábamos en este blog de las características más elementales del Trabajo en Equipo, que por refrescarlas, vamos a enumerarlas muy brevemente:
1. Objetivos claros y bien definidos
2. Sentido de pertenencia
3. Se enriquece con la diversidad
4. Se orienta a la solución de los problemas
5. Abre las puertas a la participación
6. Requiere de una cuidada planificación
7. Genera motivación
8. Comparte y celebra los logros
9. Comunicación
10. Compromiso
11. Confianza
12. Coordinación
13. Complementariedad
Conviene tenerlas presentes porque vamos a ver como son perfectamente aplicables en una actividad de montaña.
Desde hacía años, esta actividad fue realizada en agosto de 2.015, tenía en mente intentar ascender el Mont Blanc, montaña más elevada de Europa Occidental, situada en los Alpes, concretamente en Francia. Me considerada ya capacitado, formado, con la experiencia necesaria, que no suficiente, y entrenado para ello. Sin embargo, no era capaz de encontrar compañeros de cordada para acompañarme en ese objetivo o las posibilidades no me encajaban.
Después de hablar con varias empresas que asesoran y montan este tipo de ascensiones, cuadre unas fechas y una ruta de ascenso. No conocía a mis compañeros de cordada pero por las diferentes conversaciones que mantuvimos, quedo claro que teníamos un mismo fin y los medios eran similares (Objetivos claros y bien definidos).
Llevaba bastantes años haciendo montaña, ese año había estado en el Atlas en Marruecos y en los últimos años también me había dado por correr, con lo que mi capacidad física, también estaba lista, o eso creía yo, para nuevas aventuras.
Igor iba a liderar la cordada. Guía de Alta Montaña, contaba con la experiencia y sobre todo las ganas de compartirla, suficiente para llevar a buen término la actividad. Ibon, otro aventurero, me acompañaría en ese intento.
Nos encontramos por primera vez el mismo día partir a los Alpes. Las cosas luego pueden salir como sea e incluso hay muchos elementos que no controlamos, pero seguro que el objetivo final, disfrutar de la cima del Mont Blanc, ya hizo que ambos sintiésemos un importante vínculo con un proyecto común. Las razones por las que cada uno queríamos ascender eran diversas y variadas, pero de inmediato nos identificamos como equipo. (Sentido de pertenencia).
Después de un viaje largo cruzando Francia, nos encontramos con Igor en Suiza. En Saas Grun un bonito pueblo situado cerca de Zermatt, nos encontramos y planificamos al detalle los siguientes días. Antes de intentar el objetivo final, estaríamos cuatro días en Suiza ascendiendo varios cuatromiles, viendo nuestras capacidades, aprendiendo y aclimatando en altura. Sin empezar la marcha para ascender el primer cuatro mil en los Alpes, Weissmies 4.017 m, repasamos el material, charlamos sobre nuestra experiencia, nuestros conocimientos y lo que pretendíamos aprender y aportar. (Se enriquece con la diversidad)
Emprendimos la marcha muy de madrugada desde el refugio de Hosass y pronto nos metimos en el glaciar de Trift. Ya desde el principio, Igor, desde su experiencia y conocimiento, nos iba orientando en un paisaje nuevo para nosotros. El glaciar estaba lleno de grietas y los primeros seracs de hielo comenzaban a asomarse en las laderas amenazantes. No es lo mismo verlo en la televisión o revistas, que allí encima de ti. Sin embargo hay es cuando la seguridad de la cordada (equipo) y la experiencia de su líder, ayuda a acostumbrarte rápidamente y sentirte a gusto en un entorno espectacular y hostil al mismo tiempo. (Se orienta a la solución de los problemas).
Cuando hicimos esa primera cima, la satisfacción era enorme. No era nuestro primer cuatro mil, tanto Ibon como yo teníamos ya otros, pero si era el primero en los Alpes y el primero de nuestra cordada (equipo).
Ya en el descenso comenzamos a aportar cada uno de los miembros de la cordada. Me tocaba ir primero, pues Igor iba ultimo sujetando y ajustando la cuerda, pero el sentimiento de equipo ya era importante y acompasábamos el ritmo para que nadie fuese con dificultades. (Abre las puertas a la participación)
Esa misma tarde, accedemos por Saas Fee al refugio de Britannia. Allí pasamos varias horas charlando y planificando la ascensión del día siguiente. Queremos hacer cima en el Strahlhorn, de 4.190m. Igor nos trasmite que será más largo que el monte de hoy y que pretendemos hacer metros y desnivel para nuestro objetivo final. Durante un rato, hablamos y nos informamos sobre la ruta. Continúa ascensión por glaciar, glaciar Allalin y Adlerpass, muy monótona, poco transitada, donde hay que ir muy atentos por el elevado número de grietas.
Como es habitual en esas latitudes, toca madrugar y salir en plena noche. Comienza nuestra travesía nocturna. Cuidando de donde pisamos pero al mismo tiempo, mientras nos acompaña la noche, las horas van pasando. Igor guía la cordada que yo cierro, cada uno ensimismado en sus pensamientos y muy concentrado en cada paso. Con el amanecer, me empiezo a sentir mal. Mareos y cansancio repentino me hacen cuestionarme si me viene el mal de altura. Igor, me mira y con una sonrisa, me da el acertado diagnóstico: Chaval…, tienes sueño!!!!. Las risas se escuchan por todo el glaciar al tiempo que la tranquilidad y las ganas de seguir hacia delante, van en aumento. (Genera motivación)
Después de más de tres horas de travesía por el glaciar, sorteando las grietas que se ven y cuidando con las que no se ven, alcanzamos un collado. Allí una imagen nos cautiva. El Cervino está ahí mismo, imponente y majestuoso. Y soñamos con su cima al mismo tiempo que nos obligamos a centrarnos en nuestro objetivo del día, en continuar para no perder minutos en otros objetivos. Tras una hora más de travesía, alcanzamos la arista final de roca y nieve y durante unos minutos, con cuidado, disfrutamos de la cima del día. La mitad del objetivo de hoy esta logrado. Solo cuando estemos nuevamente en el refugio, daremos por cumplido íntegramente el plan del día.
El descenso es rápido, el cielo amenaza tormenta y debemos resguardarnos pronto a cubierto. Sin embargo, un serio contratiempo nos hace detenernos. Ibon rompe uno de sus crampones y debemos buscar una solución. Igor le deja uno de los suyos y a partir de ahí el baja únicamente con uno. La experiencia, formación y conocimientos de Igor le ayudan a poder desplazarse por el glaciar con un único crampón, pero debemos prestar doble atención. Los tres miembros de la cordada debemos aunar esfuerzos pues no solo está en juego la cima (compromiso).
Casi nos alcanza la lluvia, pero conseguimos llegar al refugio a tiempo. Por hoy objetivo cumplido, toca relajarse y celebrarlo, (comparte y celebra los logros), pues además hemos conseguido reparar el crampón de Ibon y unos días nos servirá.
El objetivo del día siguiente es el Allalinhorn, 4.027 m. Monte muy estético que lo ascenderemos desde Britannia y con la arista final Hohnlaub de nieve y roca. Será por el transcurrir de los días, el aprendizaje y el buen hacer de la cordada (Confianza), que aún que nos pintan cierta dificultad en esa arista y en las anteriores de nieve, estamos muy comprometidos con el objetivo de ese día.
Recuerdo la ascensión a Allalin como una de las ascensiones más bonitas y que más he disfrutado nunca. Estamos ya en ruta cuando comienza a amanecer, solo en el glaciar camino de la arista que inicialmente de nieve nos llevara a la roca. Solos en la huella sobre la nieve y el hielo, los tres días que llevamos trabajando juntos la cordada, hacen que progresemos muy seguros en un terreno siempre a tener cuidado (compromiso, confianza, comunicación, coordinación). La seguridad y confianza que nos trasmite Igor, se traduce en una ascensión rápida incluso por la arista final. La satisfacción de los tres arriba es tal, que si nos lo dicen entonces, hubiéramos dado por finalizada la semana alpina (comparte y celebra los logros). Sin embargo también estamos ya muy bien preparados y aclimatados para el objetivo final. (Genera motivación)
El descenso lo hacemos por la ruta normal (Arista NW), donde ya nos cruzamos con multitud de alpinistas que suben por la ruta habitual. Ha sido un acierto la ascensión por donde la hemos hecho pues la sensación de soledad en la montaña, nos ha hecho disfrutarla más.
Después del descenso, aún tenemos el viaje a Chamonix. Tenemos toda la tarde libre y además de descansar lo vamos a emplear en reponer material que consideramos necesario para intentar la cima del Mont Blanc (crampones para Ibon, gafas, termo, pantalones, etc). Pasear por Chamonix nos sitúa en el centro del alpinismo europeo. Sus calles llenas de turistas y de montañeros en busca de cimas, nos trasladan además a épocas ya pasadas donde los primeros alpinistas se curtían allí. Nuestro equipo (cordada), comentamos y planificamos los pasos de los próximos días. Hoy haremos noche aquí, mañana en el teleférico subiremos hasta el Aiguille du Midi y desde allí a pernoctar al refugio de Cósmicos. Y si todo sigue como lo hemos previsto, al día siguiente saldremos muy de madrugada para para la cima. Preparados y con ilusión, nos quedan unas horas de descanso y concentración (Requiere una cuidad planificación).
Al día siguiente, sin excesiva prisa quizás porque llevamos unos días durmiendo en refugios y este alojamiento es más confortable, después del repaso del material y los planes, cogemos el teleférico y nos situamos en la arista Noroeste del Aiguille du Midi. Y aquí, confieso que me entra un miedo atroz. No puedo ni colocarme los crampones. Quizás en exceso de confianza me ha llevado a no colocármelos antes, pero en este momento no puedo. No es más compleja esta arista que otras, pero si es mi momento de pánico. No digo nada, pero después de unos momentos, Igor se da cuenta. Como puede se acerca y me trasmite tranquilidad y seguridad, liderazgo, y con mucho cuidado consigo terminar de prepararme y volver a mi estado anterior (Genera motivación, confianza)
En menos de una hora alcanzamos el refugio de Cósmicos y tras descansar durante la tarde, mientras contemplamos la ruta de ascenso, son las ¡seis de la tardes!, cuando nos sirven la cena. Los horarios aquí son diferentes, pues a las doce de la noche sonara el despertador para desayunar y emprender el ataque a cima.
Y así es, a las doce comienza el movimiento pues desayunamos a las doce y media. Antes de nada nos asomamos a la calle y nuestro gozo en un pozo!. Se han agarrado las nubes y está lloviendo. Una sensación extraña me inunda. Por una lado me fastidia que el día del ataque a cima salga mal tiempo pero por otro lado, quizás prudencia, quizás miedo, me conformo con lo hecho. Con las rutas y las comas ya conseguidas. Ibon y yo miramos y preguntamos a Igor. Seguro que su experiencia sabe interpretar el momento. Trasmite tranquilidad. Que esperemos, que es muy posible que en una hora los vientos bajen esas nubes al valle y se limpie y ya la meteorología no sea un problema.
Así es, en unos minutos y después de un abrazo de suerte, salimos del refugio para llanear antes de iniciar la ascensión por la pala del Tacul. Nos acompañan más cordadas pero guiados por la ilusión, quizás también la oscuridad, pronto estamos metidos en la pala, salvando rimáyas, esquivando grietas y observando los seracs que amenazan como guardianes de su castillo.
Esta pala puede tener tramos de inclinación de 45º, pero trabajando en equipo, ayudándonos en las rimayas, en las escaleras que sortean las grietas y con un ritmo sostenido y complementario (confianza, coordinación, complementariedad), alcanzamos el collado del Tacul.
Aquí tras unos minutos de descanso para hidratar, nuevamente iniciamos la marcha por una llanura en descenso para situarnos en la pala del Maudit. Los primeros rayos de luz ya están amaneciendo y aquí, debatimos la forma de meternos en esta para y dado que ya estamos encordados y la huella es buena, convenimos que podemos subirla tal como estamos sin asegurar más ni reuniones intermedias (comunicación, planificación, participación). El buen estado de la nieve y el uso de crampones y piolet, nos permiten alcanzar el collado del Maudit sin problema alguno.
Iniciamos la marcha hasta el collado de la Brenda. Por terreno muy helado y expuesto, por indicaciones de Igor, aseguramos varios pasos con tornillos de hielo que luego recogeremos. Aun cuando hemos visto otras cordadas que no lo hacían, por una cuestión de prudencia, lo hemos considerado necesario. Sin parar y aun ritmo pausado, vamos haciendo metros y acercándonos a la cima. Vamos en silencio, no solo midiendo cada paso sino disfrutando de lo que estamos consiguiendo.
La cima más alta de Europa Occidental no se ve hoy muy poblada. Quizás el anuncio de mal tiempo, un mal verano y otras circunstancias, hacen que hoy no hagamos muchos esta ruta.
Casi sin darnos cuenta nos plantamos en la cima, casi nueve horas de ascensión pero arriba el cansancio no se nota. Cada uno vivimos ese momento a nuestra manera. Nos fundimos en un fuerte abrazo y disfrutamos de lo parcialmente conseguido, aún debemos descender. (comparte y celebra los logros). Durante unos minutos disfrutamos de la cima. No estamos más de diez personas y esa soledad también nos ayuda a vivirla en paz.
Apenas permanecemos diez minutos en la cima. El clima acompaña y la satisfacción de lo conseguido nos lleva relajarnos. Pero es solo cosa de minutos. Sabemos que debemos bajar y la hora se nos puede echar encima.
Hemos iniciado el descenso, con precaución pero con la satisfacción del objetivo cumplido. El calor aprieta y si bien hasta ahora hemos llevado ritmos pausados, ahora toca acelerar. Confirmamos que el sol puede dar de lleno en la pala del Tacul hacia el mediodía (Comunicación, coordinación) y es hora de subir el ritmo para pasar cuanto antes el tramo de seracs que ya entonces parecerán guardianes dispuestos a abalanzarse sobre nosotros.
Sin embargo, las diferentes cordadas están paradas en el descenso del collado de la pala del Maudit. Si la subida la hemos hecho rápida, aquí nos vamos a atascar. Acordamos nosotros y así lo hablamos con otros grupos, preparar un rapel para intentar descender ese tramo lo más seguro posible (complementariedad, compromiso, participación). Con la confianza que nos da el equipo, ayudamos a montar el rapel y esperamos a que todos vayan descendiendo. Aquí ejercemos de equipo e Igor de líder de la cordada y también de otros grupos allí atascados.
Descendemos nosotros y recogemos el equipo. El tiempo empleado aquí debemos recuperarlo. Los tres, aunque no lo digamos, vamos pensando en la mala hora que vamos a utilizar para pasar bajo los seracs.
Apenas paramos ya a hidratar. Complementamos nuestras fuerzas y cuando más calienta y da el sol, nos ponemos a descender la pala del Mont Blanc de Tacul. Voy primero marcando el ritmo complementando con las posibilidades de cada uno. Según vamos aproximándonos al final de la pala y llegando al llano sobre el que se alza el refugio de Cósmicos, la satisfacción por lo conseguido comienza a aflorar. Según nos alejamos del riesgo de seracs, descendemos el fuerte ritmo y la alegría nos embarga. Ahora sí, estamos abajo. ¡Sueño conseguido!. ¡Ahora si el equipo comparte y celebra los logros!.
TRABAJO EN EQUIPO, LA CORDADA.
Todo salio perfecto. No solo por los objetivos conseguidos tal y como lo habíamos planeado. No olvidemos que eran objetivos individuales y que cada uno lo habíamos dibujado muchas veces en nuestros pensamientos. El trabajo en equipo fue también perfecto. Equipo recién constituido pero que desde la diversidad, quizás no tanta, nos complementamos a la perfección desde el principio.
Todo equipo también necesita un líder, y ahí Igor ejercio con rigor y confianza. Enseñando y compartiendo
Ya antes de desplazarnos a los Alpes, conocíamos los objetivos, planes y las rutas a seguir, y cada uno desde sus responsabilidades, fue conociendo los objetivos más allá de imaginar que todo fue posible. Teníamos los objetivos claros y bien definidos
Hay un elemento que en la alta montaña se añade a los ya habituales para que nos identifiquemos con el equipo. Es el de la seguridad. Además de la afinidad, la confianza, los objetivos comunes, el saber que tu integridad física también esta en manos de tus compañeros, añade una variable más es ese sentido de pertenencia al equipo.
Si bien los tres teníamos un interés común, cada uno veníamos de mundos diferentes y de historias distintas, pero ello hizo que desde la diversidad (de todo tipo), construyésemos unas variables comunes.
No nos encontramos durante la ruta problema de difícil solución, quizás más allá de tramos técnicos en la montaña donde se exigía un conocimiento más específico. Quizás la rotura del crampón de Ibon bajando el Strahlhom o el tramo que hubo rapelar descendiendo el Mont Blanc, pero si conseguimos, con esos y el resto de contratiempos, orientar la actividad a la solución de los problemas.
A pesar de que nuestros conocimientos eran muy limitados a los de Igor, tampoco de novatos en la montaña, el siempre compartía, consultaba, peguntaba, valoraba y tenía en cuenta nuestras posiciones. Bien para corregirlas o bien para adoptarlas. También esto hizo que nuestro sentido de pertenencia al equipo aumentase. Allí todos participábamos.
Si ya antes de forma individual habíamos planificado la actividad, una vez allí, y desde que la cordada fue equipo, todo lo fuimos planificando. Desde la ropa a llevar en la mochila, hasta los horarios, los ritmos y las veces que debíamos hidratar. Desde consultar la meteorología a ver los litros de agua a subir a la ruta. Cada acción y paso estaba medido. Planificamos al detalle cada actividad.
Aun recuerdo las conclusiones después del primer día en la montaña y el primer cuatro mil así como las dudas que nos iban surgiendo mientras aclimatábamos. Todos éramos conscientes de las dificultades, pero todo el equipo nos motivábamos buscando cada día alicientes en nuestra experiencia y aprendizaje para seguir conseguir nuestra meta. Genera Motivación.
No solo las cimas anteriores, ni la cima final, nuestro objetivo. Cada paso era para nosotros un logro. Cada tarde después de concluir la actividad, cada paso que dábamos, cada glaciar que atravesábamos, cada cosa que aprendíamos en un medio precioso pero hostil, era para nosotros un logro y así lo celebrábamos.
Y todo fue en aquella experiencia de un equipo (cordada en la montaña) con un objetivo final concreto, comunicación, compromiso, confianza, coordinación y complementariedad. ¿El trabajo en equipo nos llevo a alcanzar la cima del Mont Blanc? No solo eso, esa meta fue la consecuencia final. El equipo y su trabajo, se convirtió en el medio para realizar mejor nuestro desempeño, para aprender, para enseñar, para compartir, para superar, para apoyarnos y crecer.
El trabajo en equipo nos hizo mejores.
Ibon dice
ENTRE LA PIEL Y LA CALCULADORA
Existe un hilo invisible que une la cordada cuando constatas, dos años más tarde, que los recuerdos más reseñables son coincidentes. Muy coincidentes. Hay un par de detalles, de entre los que mencionas, cuya carga de profundidad conocemos sin necesidad de explicitarlos.. ¿Por qué sucede eso?
Creo que tiene que ver con lo intangible: Un grupo en armonía (y armonizado) en pos de un objetivo común, sí, pero sobre todo bien engranado. Yo no sé mucho de recursos humanos, pero con experiencias como ésta siempre me queda la sensación de que algún taumaturgo ha conseguido crear y gestionar ese ambiente que convierte al grupo en una flecha, con una única dirección, que va a golpear un único objetivo.
Es confianza, es RESPETO, es no querer prevalecer, sino pertenecer, hasta el punto de disfrutar de pleno solo si tus compañeros también lo hacen. Cuando el compañero te pregunta “¿qué tal estás?”, no más se ha alcanzado el primer collado, y sabes que no es mera gentileza.
Supongo, Imanol, que tú vives en un puente. Una persona que trata con personas a las que debe unir, casi como en la cordada, en pos de un objetivo, pero que, a diferencia de la montaña, a veces no es más que un montón de números, resultados (hoy día, además, con un camino plagado de terminología anglosajona, desde el “story telling”, pasando por el ya demodé “brainstorming”, y así todo…). Un verdadero papelón, en tiempos donde la asimetría de fuerzas convierte las relaciones laborales en alardes de arrogancia, demasiadas veces. Conseguir del equipo humano cierto grado de compromiso, quizás afectividad, para con un objetivo que en demasiadas ocasiones se le escapa, cuando no lo rehuye. Vivir entre la piel y la calculadora.
Y supongo que te gustaría que tus esfuerzos en el ámbito laboral tuvieran por premio algo parecido a lo que es llegar al refugio, haberlo hecho juntos, con ecuanimidad, sin falsas ilusiones (vivimos en el mundo real), pero plenos de ilusión.
Pero a veces pasa -como en la montaña, en la vida también-, que es mejor saber que la virtud está a medio camino, que tratar de hollar una cima imposible no nos debe hacer abandonar la ascensión, y que la montaña es la de cada uno.
Sin compromiso, motivación, participación y disfrute de la diferencia (disfrute, sí, no solo respeto) no hay cumbre posible, pero es que, además, no hay cumbre que merezca la pena.
Si consigues ser el druida que catalice las energías existentes mediante estos elementos, que son medio y fin al mismo tiempo, serás el gestor de lo intangible. Y la cumbre no será más que un peldaño más en ese sendero individual y colectivo (no son antagónicos) que nos lleva más allá. Al mañana, cumbre donde las haya.
Imanol dice
Gracias Ibon por todas estas acertadas valoraciones. Me deje de añadir, lo obviamos, la situación de riesgo que en ocasiones se vive en esa cordada en la montaña. Y ahí también es muy importante saber con quien y por quien te la juegas. Hay mucho más en juego que la cima, que el objetivo final, que alcanzar esa meta. Porque sabes que la meta final, esta en llegar abajo todos. Quizás en la empresa, la meta final más allá del proyecto, debiera ser el aprendizaje, el intento, la vocación, el compartir, la confianza. Por que en la empresa, esa meta final es estar preparado para intentarlo mejor otra vez, y en la montaña, bajar sano y salvo
Alejandra dice
Gracias por tu aportación. Feliz semana.