
CREER Y SEGUIR HACÍA DELANTE
Travesía Prueba de fondo Los Montes de Vitoria.
Desde hacía años tenía este reto entre ceja y ceja. Un marcha de fondo que pasaba por los montes y el pueblo de mi infancia, los que me había visto crecer e incitado al gusto por la montaña, era algo más que una provocación. Es una prueba organizada, muy bien por cierto por la sociedad Manuel Iradier, cada dos años. Ya para el 2015 estuve inscrito, pero a última hora no me sentí motivado.
Este año sin embargo era diferente. Antes de abrirse los plazos de la inscripción tenía muy claro que si conseguía plaza, hay que andar listo las primeras horas, lo iba a intentar. Sabía que preparándome conseguiría terminar. Incluso pretendía hacer hasta un tiempo “digno” (digno para mi, claro!!!!!!).
Pero no siempre las cosas son como pretendes ni imaginas. Exactamente un mes antes, una rotura fibrilar en el isquiotibial me frena la preparación y tengo que parar. Llevaba kilómetros entrenados, conocía el entorno de la prueba, estaba muy motivado, pero debí parar e intentar recuperarme a tiempo. En manos del fisioterapeuta, la fecha se aproxima y ya no solo no puedo entrenar sino ni siquiera la lesión muestra clara mejoría.
Sin embargo, lo tenía claro. A nada que pudiera andar, lo iba a intentar. Conocía perfectamente los montes por donde debía pasar, creía mantener aún el fondo físico alcanzado y mi única pretensión era entrar en el tiempo establecido. Miento, la única pretensión de las horas previas era, no romperme nuevamente!!!.
Los días antes comprobé que llevaba encima tres “pesos” que no me hacían ver las cosas muy claras. Por un lado, el fisioterapeuta me aconsejaba que hiciese solo la mitad. Por otro lado, tenía mucho miedo a volver a recaer en la lesión y complicarme el verano y además, era consciente que después de un mes completamente parado, mi preparación estaría muy baja.
Pero tenía algo muy importante. Estaba muy MOTIVADO y sabía que si aguantaba la pierna, podía terminar la prueba. La Motivación era cosa mía. La lesión ya no dependía tanto de mi.
Empezamos y poco a poco me fui sintiendo mejor. Acompañado de Miguel (Pele), con tiento e incluso en algunos tramos hasta corriendo, fuimos llegando a “mis” montañas (Itxogana, Indiagana, Arraialde, Kapildui). Cubriendo kilómetros y metros de desnivel positivo y negativo. Subidón fue el paso por Azaceta, mi pueblo, con mis hijos y mi familia allí esperando a las 7.45 de la mañana y con esa recarga de energía, fuimos completando la primera mitad del recorrido.
Llegamos al pueblo de Okina, kilómetro 31 de la prueba y momento donde me podía cuestionar la retirada. Sin embargo mi lesión no iba peor que al principio, tampoco mejor…., y aún tenia gasolina.
Pasamos el monte Lendiz, justo la distancia del maratón y de allí bajamos al puerto Vitoria. Ya notaba que hacíamos la “goma”. Pasábamos a los mismos que luego nos pasaban y ya cada uno iba como podía, con las fuerzas justas. Y después llego un momento complicada. Aun cuando el calor era axficsiante, comienzo a sentir frio. Vamos, que me entra una “pajara” monumental. Creía en aquel momento que la falta de preparación del último mes me estaba afectando. Comence a sufirir y a cuestionarme si debía continuar…. Iban pasando kilómetros pero sufriendo en exceso. Opte por darme animos yo mismo. Cumplir el reto era mi objetivo y en ello me centre. Conocía el trazado que restaba, los desniveles y donde podía recuperar. A ello fui, a resistir y a que mi compromiso y corazón venciesen a la falta de fuerzas.
Además, y aquí debo de hacer un guiño publicitario…, opte por ponerme música para ir un poco distraído. Menos mal. El rock and roll de los extremeños Sinkope me ayudo a ver el final de la prueba.
Recuperado, los últimos metros fueron muy disfrutados. El bosque de Armentia, el Paseo San Prudencio, la llegada a meta en el Paseo Cervantes y allí los pekes esperando, hasta un momento de emoción.
¿E tiempo?. No me preocupa. Quizás en otro momento ese sea mi reto. Hoy era terminar y terminar bien y ambas cosas las conseguí. ¿Debí haberme retirado?. Ahora con la lesión por buen camino, puedo decir que hice bien. Es cierto que si las cosas me hubieran ido mal, ahora lo estaría lamentando, pero, arriesgue y esta vez gane.
Aunque sorprenda, nos ocurre muchas veces situaciones similares y equiparables en los ámbitos profesionales que ocupamos.
Una nueva Organización y su cultura empresarial
Hace ya bastantes años, en las semanas inmediatas después de incorporarme a un nuevo proyecto profesional ocupando la Dirección de Recursos Humanos, una de las primeras tareas que tuve entre manos, me sitúo en el momento de cuestionarme si había acertado cambiando de empresa.
Venia de una multinacional de ocupar responsabilidades similares pero ante una nueva propuesta y la ilusión de iniciar un nuevo proyecto profesional, y a pesar de estar muy contento donde estaba, acepte ese nuevo reto, que realmente lo era.
Algo tan sencillo como diseñar e implementar un plus salarial para dos personas, cuidado estamos hablando de una organización de casi mil, me hizo reflexionar si realmente había acertado con el cambio exactamente un mes después.
Y no lo era por los importes de los pluses, su necesidad o no, el impacto en otras personas, el diseño legal, las consecuencias futuras. Todo ello estaba claro. Lo era porque el tratamiento de este tema, muy puntual y permítanme básico y cotídiano, que afectaba a dos personas, paso a tratarse como un asunto de estado, de “estado mayor”.
Era una cuestión de cultura de empresa. Algo que yo no conocía, lastima de procesos de selección…., y a lo que no estaba habituado. Y aquel momento me cuestione si estaba equivocado en mi cambio de trabajo. Incluso me cuestione “retirarme de aquel reto”, abandonar. No entendía que algo tan normal en mi posición y que llevaba años gestionándolo de otra manera, aquí fuera tratado desde el Comité de Dirección. ¿Qué ocurriría cuando llegasen asuntos realmente de tratamiento de “conclave?…
Sin embargo tenía muy claro que el planteamiento que yo hacía era correcto. Era cuestión de perseverar. Varias cosas me hicieron continuar y entonces no fue rock and roll. Sabía que este nuevo proyecto profesional era muy interesante y me atraía. Sabía que el plan de retribución que planteaba era el correcto y alguien a mi lado me animaba a continuar. ¿El resto?, debía conocer y adaptarme al entorno. Conseguir impregnarme de esa nueva cultura, de esa nueva forma de hacer, donde seguro yo también tenía muchas cosas que aportar.
zorionak esta claro que si se quiere se puede.los sueños se cumplen.
Pues si, aunque cueste, siempre hacia delante!!!!