APUKO IGOERA 2019
Hay ocasiones en que quizás la mejor opción es quedarse en casa, en la cama incluso, o esperar los primeros rayos de sol y salir a pasar la mañana leyendo tranquilo el periódico en un banco mientras esperamos la hora del compartir un aperitivo con quien nos brinde la ocasión.
Pero también y precisamente por la ilusión, las ganas, los retos, la fuerza aún acompaña y nos levantamos de la cama, todo listo, salimos de casa y como un inocente juvenil, nos vamos a la carrera.
Si, luego a lo largo de los kilómetros, cuando la fuerza no acompaña, las rodillas están muy doloridas, he podido pensar, pocas veces eso si, que quizás el mejor plan era haberse quedado en casa.
No han sido fáciles las ultimas semanas. Las molestias en mi lastimada rodilla no han cesado y no me han permitido hacer apenas nada. Además, los cambios a nivel laboral de hace unos meses, aún no me permiten gestionar los tiempos de entrenamiento de forma adecuada. Cuestión de tiempo en ambos casos.
Apuko Igoera es una carrera especial, diferente. Un trail preparado al detalle, con mimo, con cariño. Cuidando a los participantes, aquellos y aquellas que dan lustre a la prueba y a quienes vamos de relleno. Muy buena organizando, sintiéndote desde el momento incluso que llegas al parking, muy bien cuidado.
Ya hace varios años que la conocí y además de ser una bonita prueba para empezar la temporada, en algunos momentos de la carrera de ayer, en momento de lucidez, también pensaba, que algún día, pues uno ya tiene una edad, puede ser también una prueba ideal para dejar esto del trail. En todo caso, otra vez será.
Una vez en Zaramillo y dado que durante dos semanas los dolores en la rodilla me han impedido entrenar, inicialmente solo quería probar. Valorando muy seriamente incluso, no tomar la salida. Si durante esos primeros calentamientos, las molestias en la rodilla hubieran resurgido, no tomaba la salida.
Tenemos suerte, y durante los metros de calentamiento, las molestias no han sido mayores de las habituales. Con ello, me he animado a tomar la salida y continuar. Y en esto, mientras me disponía en la línea de salida, he venido a recodar aquello que una vez me dijeron, los valientes carecen de sentido común y a los cobardes les sobra. Me da, que estoy en el primer grupo…..
Sale la carrera del centro de Zaramillo. Expectación al máximo, cada uno tomado ya posiciones y buscando el mejor lugar para hacer la carrera. En mi caso, mitad para atrás porque no cuestión de ir por delante estorbando.
Los primeros tres kilómetros combinamos piso de asfalto y hormigón, con zonas con un desnivel de hasta el 20%. Después de un primer tramo trotando, bajo el ritmo para pasar a caminar en lo más duro de la cuesta, mientras nos aproximamos al primer avituallamiento. Allí las muestras de animo para estos primeros compases de la prueba, me meten de lleno en la carrera y por unos momentos me olvido de las molestias de mi rodilla.
Todavía estoy mal cosido
ay, házmelo despacito,
no te rías, que es verdad,
que no me lo ha hecho nadie,
que duermo sólito.
Pasamos a pista de tierra y piedras y aquí el pelotón se va estirando. Otra vez fuertes pendientes hacen que la marcha se ralentice y cada uno busquemos nuestros ritmos. Comparto metros con un compañero de equipo. Conversación y compañía.
Antes del kilómetro siete y punto más alto de la prueba, subimos un cortafuegos y si bien la distancia no es elevada, la pendiente de más del 20%, hace que nuevamente dispongamos de emplearnos a fondo para superar la cuesta.
Desde aquí nos disponemos a descender durante casi cuatros. Aquí ya debo tomar las primeras precauciones. Definitivamente hoy subo mejor que bajo. Estos primeros descensos, ya me han supuesto los primeros brotes fuertes de dolor en la rodilla. Incluso, y quizás por tratar de proteger las molestias en una, la otra rodilla, la derecha, también a comenzado a doler. No es cuestión de parar, ¿o si?, pero si de tomar precauciones y dosificar en el descenso. Sin barro y con el piso más blando, eso si se agradece y trato de buscar los espacios más blandos.
que mi cama está hecha donde no hay ventanas,
donde las miradas tienen ganas,
donde hay lunas de tela y un sol navajero
de noches en vela,
donde llegó el olvido a soltar la melena,
donde nunca pienso si me quieres,
donde todo es mentira y quejíos de pena
desconchan paredes,
Atravesamos pistas de tierra, sombrías, bajo pinares, que la climatología de estos últimos días, nos permiten que podamos ir sin apenas barro, cubriendo kilómetros mientras nos aproximamos a otro avituallamiento y donde cada vez más, mis rodillas sufren el impacto de cada paso. Temo el descenso de Apuko, e incluso una idea comienza a sobrevolar mis intenciones.
En este avituallamiento, kilómetro 17, seis para meta, pregunto por las posibilidades de retirarme. Los dolores son fuertes y el descenso desde Apuko me preocupa. Pero alguien aquí termina por convencerme, claro no sabe de mis dolores…¿Has venido a subir Apuko verdad?. Pues tira para adelante y sube Apuko. Y lleva razón, incluso no era este ya el momento de retirarme, pero lamentare en algún momento haber continuado.
Después del avituallamiento nos metemos nuevamente en la pista de hormigón hasta el cruce de Bakuna. Aquí como siempre, los olores de la barbacoa a pie del camino, invitan más a parar. Pero ahí seguimos, tomando una pista donde el desnivel aumenta de forma gradual.
Pronto giramos a la derecha y tomamos una pala, donde con buen tiempo como hoy, y girándonos, podemos contemplar Bilbao desde aquí arriba. Casi me da quedarme e ir a trabajar derecho mañana. Poco antes de la cima, un fuerte desnivel nos sitúa ya arriba, en la cima del Apuko. Aquí, donde hemos venido a subir.
Duerme conmigo, si eres piedra da igual,
yo seré pedregoso camino,
duerme conmigo, yo te canto, te arrullo,
te arropo, te abrigo, te mimo,
Se que me cuentan los días
los abrazos sin hallarte,
y me recuesto en el suelo y
se me eriza el pelo en solo recordarte,
que mi almohada está llena de cuando no estabas,
de canciones que nunca cantabas,
de todo, de nada, de besos de esos que nunca me dabas,
y de un tiempo a esta parte decido soñarte,
embrear mi camino con lodo
y cagandome en todo volar, y ya ves,
despierto como me acosté,
Desde aquí nos lanzamos a un fuerte descenso. Difícil, técnico, donde todas las precauciones son pocas. Hoy no tenemos barro, por eso el descenso puede ser más cómodo, pero también más rápido y por ello con mucho cuidado. Kilómetros en continuo descenso, por pistas, sendas y caminos, incluso entre establos, con una fuerte pendiente. La meta ya se aproxima y las voces del publico esperando confirman que queda poco.
Duerme conmigo, si eres piedra da igual,
yo seré pedregoso camino,
duerme conmigo, yo te canto, te arrullo,
te arropo, te abrigo, te mimo,
Y me mira de reojo cuando cree que no la miro,
como no voy a mirar si arde como el rastrojo en cuanto me descuido,
que su mirada es un tiro de sal al que ose chorar en el bosque frutal
de su libertad, de mi soledad, de nuestro vendaval.
Duerme conmigo, si eres piedra da igual,
yo seré pedregoso camino,
duerme conmigo, yo te canto, te arrullo,
te arropo, te abrigo, te mimo,
y si eres aire te irás.
Pero no nos engañemos. Los últimos kilómetros han sido difíciles. Fuertes molestias en ambas rodillas, incluso calambres. El estomago tampoco estaba hoy en sus mejores días. Por momentos he tenido que parar. Esta vez no me seguía ni la caja. Solo la cabeza estaba por no rendirse, por avanzar, por terminar. Pretendía mejorar tiempos, por aquello de llegar al aperitivo. No ha podido ser.
¿Y ahora qué? Pues descansar, pensar y seguir, porque la meta solo es la siguiente salida.
#apukoigoera
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