KILÓMETRO VERTICAL AMBOTO
Tiene Amboto un encanto especial. Más allá de las leyendas sobre su dama, de las dificultades para alcanzar su cima, de unas vías de acceso en alguno de sus pasos extremadamente peligroso, la majestuosidad de su figura, la mole de roca que se ve de allí donde la mires, el entorno alpino, hacen de esta montaña una de mis preferidas.
No es ni mucho menos la que más veces he ascendido, ni mucho menos. Ni esa donde llevo a aquellos que se inician en la montaña. De hecho, no se me ocurre acercar por allí a mis hijos. Ya tendrán tiempo y más edad.
Pero si es esa montaña que desde muy joven me ha fascinado. Aún recuerdo la primera vez que la vi. Poco más de diez años, de excursión con el colegio, ejercicios espirituales lo llamaban…, Durmiendo a sus pies, en Arrazola, Bizkaia, despertando todos los días con su imponente tamaño al alcance de nuestras manos. Ya entonces, seguro que a otros también, se me metió en la cabeza como uno de mis objetivos. Debía subir aquella montaña.
He ascendido a Amboto en muchas ocasiones, pero siempre desde la vía de Urkiola. Aquellos años lo intentamos en una ocasión desde Arrazola, pero la edad, éramos quizás muy jóvenes, y la dificultad, lo impidió. Por eso, esa espinita, la he tenido durante muchos años.
Así que la ocasión la pintaban única. Cuando me enteré de la opción de hacer el kilómetro vertical del Amboto, no me lo pensé dos veces. De hecho me lo pensé algo más después…, pero una vez inscrito, no era para retirarse…
Además, aquí como en todos los Trail, ahí estarían los pro, después los casi pro, luego los buenos, detrás los populares y para terminar, mis iguales y yo. Así que miedo, el justo.
Encontré Arrazola muy arreglado y con la misma distribución encantadora de pueblo que no ha crecido con los años y manteniéndose firme al pie de la montaña. Casas ya muy arregladas, servicios y asfaltado propio de pequeños pueblos acondicionado para los vecinos de siempre y los nuevos que seguro han ido llegando.
Nos esperaba un paisaje y publico volcado con la prueba. Todo listo para que cerca de los 250 corredores/as tomásemos la salida individual en intervalos de 15 segundos para tomar parte en el Kilometro Vertical del Amboto (Anboto Kilometro Bertikala). Un desnivel positivo de 1.092 metros en 3.9 km lo se hace cualquier día. Esto de salir de uno en uno, me genera una ansiedad añadida. No por el tiempo a realizar, no esta dentro de mis objetivos, sino por ser durante unos segundos, centro de las miradas de la salida. Estoy más cómodo en esas salidas múltiples donde te escondes entre el resto de participantes y ocultas limitaciones.
Pero lo dicho, ahí estábamos así que al lío. Los primeros tramos de la carrera eran por tramos de asfalto. Primeras rampas pero por lo menos el asfalto permite pisadas seguras.
Las primeras rampas de ya la senda de acceso a la ruta, dan también una idea de la dureza de la prueba. Aún puedo correr y caminar por un más o menos amplio paso que permite ver el camino de parte de la carrera, el publico a los lados y el discurrir de la prueba aún en parámetros estandar (andar y correr sin echar las manos para ayudarse).
Cada 500 metros de longitud, carteles nos marcan la distancia recorrida y el desnivel positivo ascendido. En otras ocasiones, estas indicaciones no me gustan. Hoy, me ayudan a comprobar no solo lo ya realizado, sino lo “poco” que va quedando. En esta ocasión resulta positivo.
Alcanzo el avituallamiento intermedio en muy buenas condiciones. Aproximadamente dos kilómetros recorridos y 500 metros de desnivel. Rápido trago y continuamos. Ya me han ido pasando un buen numero de corredores quesalían detrás mio. Cada uno tenemos nuestra carrera, nuestros tiempos, nuestros retos. Yo también he doblado a algunos, pero vamos, los menos y francamente me da igual.
Desde aquí comienzan las rampas más duras, en muchos tramos sirviéndonos de las manos. Quizás me hubiesen venido bien los bastones, pero en otra ocasión será.
El ritmo se ralentiza. El mio y el del resto. El publico anima sin cesar. Que bien vienen estos apoyos, incluso compartirlos con los más profesionales de estas carreras. No valoras estos gestos hasta que los necesitas y ves mucha gente que de forma espontanea te anima sin parar.
Compañeros te apoyan por tu nombre. Según son aproximamos al collado que antecede a cima, el esfuerzo es mayor, el cansancio también y en esta montaña, el respeto siempre debe estar presente. Sin mayor objetivo que disfrutar y terminar, no puedo descuidar la prudencia. En mi caso no me interesa arañar segundo y descuidar el riesgo. De hecho, he disfrutado más la ascensión cuidando los pasos.
Desde el collado me guío ya casi por los ánimos y las indicaciones del público, no porque vaya mal, sino porque a “cuatro patas”, apenas levanto la mirada del suelo. Las referencias de tiempo y metros que restan, en castellano y en euskera, que el público te da, aquí se agradecen más que un vaso de agua.
Y ya en meta. Tiempo!. Alcanzar la cima, parar el reloj a tu llegada y contemplar que has terminado, genera una satisfacción añadida. Similar pero no igual a cuando cruzas la meta en una carrera en línea. En esta ocasión, el objetivo, muchos años después, era ascender hasta la cima de Amboto, desde Arrazola, disfrutando y en el menor tiempo posible. Esto último para mi secundario. ¿Lo principal?, disfrutar de una montaña y un entorno, siempre admirado. Como pocos días antes me dijeron, Amboto nunca defrauda. Y esta vez sin rock and roll.
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